Wednesday, January 4, 2017

Alfredo Zubiate Bardales QEPD.

Jorge Reina Noriega

ALFREDO ZUBIATE BARDALES: ¡TE AMARÉ HASTA DESPUÉS DE MUERTA!
Pastillita para el alma 02- 01 -17
Hay amores que perduran a través del tiempo y continúan después de la muerte. Esto solo sucede en personas escogidas, en aquellas en que Dios ha puesto sus ojos y los premia por haber sido personas ejemplares.
Alfredo Zubiate Bardales nació el 17 de abril de 1918 en la ciudad de Chachapoyas. Sus padres fueron
don Arturo Zubiate Zabarburú y doña Lorenza Bardales Correa, estudia su primaria en el Centro Escolar de Varones 131 y su secundaria en el glorioso Colegio San Juan de la Libertad de la fidelísima ciudad de Chachapoyas. Se casa el 08 de marzo de 1942 con la dama chachapoyana doña Esperanza Meza Arana, los dos normalistas, y tienen 16 hijos, de los cuales sobreviven 10, siendo muy rescatable y admirable, que todos sus hijos son profesionales de éxito, que estudiaron sus carreras en universidades públicas, como San Marcos, Villareal, Agraria, entre otras, salvo su última hija Magali que se recibe de abogada en la Universidad Católica.
Alfredo Zubiate como maestro de escuela, tiene su primer trabajo en La Florida, del distrito de Pomacochas. Luego es trasladado a la Magdalena, a Huancas, al Seminario de Chachapoyas, terminando sus últimos dos años de docencia en el Callao.
Don Alfredo Zubiate Bardales, fue un hombre excepcional, un caballero probo a carta cabal, adornado con todas las virtudes que poseen los hombres de bien, incapaz de hacer el mal a nadie, o dejar que brote una palabra insolente de sus labios. Amigo y considerado por todos.
Un hombre, que en la madurez de su vida, respetaba con devoción a su padre, pues me consta, que cuando le invité a formar parte de una organización filosófica de carácter secreto, tuvo la cordura de pedir la autorización del visto bueno de su progenitor, detalle que me causó una muy grata impresión, así como también, las infaltables citas con sus numerosos hijos, los días sábados y con los cuales, tenía además, de su amor paternal, una gran amistad.
Tengo muchas anécdotas para contar de la vida de don Alfredo Zubiate Bardales, era un hombre bueno en toda la dimensión de la palabra, estoy seguro que sus innumerables amigos en diferentes lugares muy remotos, son testigos de excepción de su alma generosa, de su palabra dulce a todos los que se cruzaban en su camino, comprendiendo que muchos de ellos tal vez, eran pobres en cosas materiales, pero con una enorme riqueza espiritual, doctrina y religión que él conocía y practicaba.
Mi querido Alfredo, muchos de tus amigos nos alegrábamos al verte sano en tu avanzada edad, al apreciar tu calidad humana, tu voz varonil, la fuerza al darnos la mano, tu mirada franca y tus palabras llenas de afecto y ternura, sin embargo, yo te vi quebrado en la noche del velorio de tu Esperancita. Pienso que sin palabras y solo con mirarnos, entendimos, al lado de una lágrima furtiva, que ahora si habíamos perdido, pues en un tiempo no muy lejano, en esos mismos trances, peleamos y ganamos.
Alfredo, tú eras incapaz de vivir solo, nunca ibas a aceptar que en tu lecho, donde ella dormía en tus brazos y al lado de tu corazón, existiese un espacio vacío. Ustedes juraron amarse hasta después de muertos, por eso que a los escasos 47 días que ella se ha ido, abandonando el cariño de tus hijos, tus nietos y bisnietos, tú alzas vuelo para ir al encuentro de tu adorada esposa, que seguro ya te recibió con los brazos abiertos y está pidiendo a nuestro Padre Celestial, que ahora, les vuelva a unir en matrimonio por toda la eternidad y posiblemente allá en la quietud de las aguas de la Laguna de Pomacochas, otra vez volverá a reflejase la sonrisa de felicidad de sus años mozos y en la paz que tienen los fallecidos en la gloria de Dios, escucharás la melancolía de un acordeón de mi compadre Ariel Herrera y Leonardo Santillán, que te diga: “Si la vida es la escuela del dolor, donde triunfa el Bien sobre el mal” “Por qué tu eres así, si el alma entera te di…”
Alfredo Zubiate Bardales, amigo como pocos, hermano de verdad sin tapujos ni miedos, sin prisas, sin temores, dejaste la marca de tu ministerio en cientos de tus alumnos y amigos, que ahora lloramos tu partida, porque en ellos no solo has puesto la muestra de tu sacerdocio como maestro, sino la calidad de tus sentimientos, predicando el amor, la verdad y el perdón.
Seguro estoy que los dos, Alfredo y Esperancita, mirarán a sus hijos y a todos sus familiares, desde el cielo y desde allí juntito a Dios, seguirán bendiciéndoles y ustedes muchachos, cuando alcen sus ojos y vean dos estrellitas tintineando alegremente, tengan la seguridad que es el mensaje silente, que les dan sus viejos y les cuentan la pena de no estar con ustedes, pero les dicen, que *Ellos no están muertos porque sus corazones dejaron de existir, muertos estarán, cuando el amor de ustedes y sus recuerdos, dejen de existir*.
*MI QUERIDO HERMANO ALFREDO ZUBIATE BARDALES, DESCANZA EN PAZ Y HASTA PRONTO*
Jorge REINA Noriega
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